lunes, 24 de septiembre de 2007

Mil veces NO DEBO... NO QUIERO?

Quiero hacerlo, pero… sin lugar a dudas, no debo!
Debo hacerlo, pero… no es lo que quiero!





Suplanten porciones de sus vidas en las oraciones arriba mencionadas y el hasta este momento trabalenguas improvisado comienza tomar sentido.



Bienvenidos queluches lectores a nuevo post de deberes y deseos… una mezcla más peligrosa que la sandía y el vino o casi tan explosiva como el Activia + ensalada de fruta + Yakult.





Una persona - a quien ya mencioné en artículos anteriores - solía decir con cierto aire filosófico, con esa intelectualidad algo barata que solemos desenvolver ante aquellos que admiran hasta el modo en que nos sonamos la nariz: “Yo no elijo que me guste el helado de limón… simplemente me gusta”.

Los invito queluches a cerrar los ojos (será un desafío hacerlo mientras leen) y visualizar aquellos momentos en sus cortas o ya experimentadas vidas en los que se hallaron atrapados en una encrucijada donde el deber ser y el deseo combatieron a muerte en campo de batalla. Aquel que resultara triunfador, se convertiría en causal y, por tanto, culpable de la decisión a tomar. Pronto surgirían frases tales como:

“Es lo que debía hacer, no quedaba otra”
o
“Fue un acto impulsivo, no lo pensé”




Me recuerdo estancada al piso, estática y completamente sumergida en mi queluche interno, observando la lucha desaforada entre mi “ello” y “súper yo”.



Me recuerdo evaluando posibles consecuencias e hipótesis que, sin importar que tan buenas armaduras ostentaran, se desmoronaban de a una ante la presencia del deseo.
No termino de comer…me duermo en el camino del plato a la boca. Mentiría si les relato el trayecto hacia mi cama; no lo recuerdo.



Maldita sea! Tanta ética, tanta moral inservibles al momento de iniciar la guerra.


Comienzo a decepcionarme de mí… me veo impulsiva, irracional. Nada me consuela; las palmadas en la espalda no curan el dolor de la derrota.
Comienzo a creer que la “razón” me abandonará progresivamente y viviré bajo el régimen del peor dictador, el deseo. ¿Dónde esta Montesquieu y su sistema de sistema de frenos y contrapesos cuando más lo necesito?



Comienzo a desesperarme… pronto entiendo que estoy sola en esta lucha. En ese preciso instante, suena el despertador. No crean que se trata de esos happy end hollywoodenses donde todo es un sueño... este ringgg es real, amigos queluches.
Son las 5.30 de la mañana y sólo quiero seguir durmiendo. Llueve y el cielo parece gritarme “quedate en casa” en cada trueno. Me levanto de todos modos.
Me siento el único ser humano despierto sobre la faz de la tierra y la almohada - traicionera como ella sola - me sugiere recostarme unos minutos más.




Luego del ritual cotidiano de intentar peinarme y parecerme medianamente a una persona decente, me despido de mis viejos sabiendo que los volveré a ver poco antes de las nueve de la noche. ¿Ya les dije que llovía?
Me fue imposible leer para esa materia… intenté hacerlo cuando volvía en el colectivo la noche anterior, pero cedí el asiento a una señora con una expresión de cansancio que asustaría al mismísimo colchón. Las fechas de parciales se superponen y los nervios comienzan bullir cual leche hervida. Los queluches rendimos cinco materias.
Y… llovía.
No desespereis queluche, aún quedan nueve horas de trabajo.

Regreso a mi hogar; tampoco tuve suerte hoy… viaje parada y me pisaron tantas veces que el nuevo estampado (by colectivo) de mis zapatitos (ex) blancos podrían confundirse con el último modelo de Converse.



Tengo sueño, estoy agotada; siento que con sólo parpadear será un nuevo día... ¿Así se sentirá “tocar fondo”?
Son las diez de la noche; la comida aún no esta lista. Intento ser hija, hermana, novia, nieta… a esta altura del día, los roles me sale demasiado mal.





Parpadeo, el despertador vuelve a sonar.
No quiero levantarme, pero me vuelvo a levantar.



Qué emoción! No soy un animal dotado de razón innecesariamente!
Pero... ¿Acaso esta guerra ganada justifica tantas luchas pérdidas?¿Son comparables los campos de batalla?



Bienvenidos queluches a la autojustificación.

Bendita tú eres!