lunes, 3 de diciembre de 2007

¿Cómo volver a un hombre romántico en 6 días?

Bienvenidos queridos queluches lectores a un nuevo post de cuento de hadas, un página web que gotea miel y contagia estreptococos de dulzura que dejan de cama a más de un romántico empedernido.
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Los queluches somos razas evolucionadas salidas del más meloso y cursi cuento de princesas dormilonas, jóvenes pálidas que gustan de manzanas envenenadas y atolondradas rubias que se pasean en carruajes marca "calabaza".

Nos verán autoalimentando nuestras ansias ante fechas importantes esperando ser sorprendidos porque ESE, justamente ESE, es un "día especial".

Lo más complicado, queluches enamoradizos, es hallar una media naranja que comparta nuestra pasión por la "sorpresa", esa galantería que ablandaría hasta corazón del más rudo de los 4 Fantásticos. Porque en la vida real, los príncipes azules destiñen y las princesas... y las princesas... escribimos blogs ;)

No nos desfocalicemos y retomemos el camino de este post romanticón: ¿Cómo volver a un hombre romántico en 6 días?. Ahora, reformulemos esta incógnita en tres simples preguntas:

Pregunta ética:
- ¿Es justo pretender cambiar un hombre cuando esta falencia de romanticismo no pareció importarnos en el comienzo de los días?

Pregunta matemática:
- ¿Qué porcentaje de posibilidades tienes de cambiarlo?

Pregunta práctica:
¿Cómo cambiarlo... sin que se de cuenta?

Luego de filosofear y no obtener más que respuestas tristes, comenzamos a justificar nuestra actitud diciendo "antes era más romántico" . Lo que ocurre, queluches, es que esta raza tan evolucionada no ha sabido despertar el instinto "HMCS":

- - Hallar lo mágico en las cosas simples - -


Somos expertos en reproches, pero no sabemos reconocer la magia en las pequeñas cosas del día a día.
Ansiamos ser alagados con rosas rococo, pero olvidamos aquellos días que nos hicieron felices sin flores de por medio.

Siento decepcionarlos, pero el 0800-hadamadrinatenecesito es un contacto en las agendas de los queluches superficiales y yo, en mi progresivo cambio (o autodestrucción),
intentaré olvidar concientemente mis zapatitos de cristal
... en 6 días.

martes, 16 de octubre de 2007

Te elijo en mi vida. Si no me haces feliz, acepto la culpa.



Bienvenidos queridos queluches lectores a un nuevo post de elecciones y culpabilidad.

No crean que me refiero a los comicios que se avecinan peligrosamente sobre aquellos que aún no sabemos dónde colocar nuestro preciado y sin embargo tan inútil voto... sino a elecciones de vida.

Una filósofa de blogs solía decir que todas las decisiones son, esencialmente, elecciones. Paso mis días eligiendo, optando, seleccionando y - lamentablemente para los más culpógenos- volviéndome automáticamente responsable de mis elecciones.

Las elecciones de vida, compañeros queluches, van desde un mero ¿Qué me pongo? hasta un "Sí, acepto" ...

Elijo ponerme la remera blanca
o
Elijo pasar el resto de mi vida junto a vos

Desde luego, en las situaciones planteadas, los riesgos de una mala elección no son comparables (al menos que te pongas una remera blanca en un día de lluvia y - ostentando una improvisada transparencia - seas violada por la mirada de los transeúntes).

Un hombre de momentánea sabiduría me dijo una vez: "Yo no elegí que seas mi hija, yo no elegí a mis viejos... las únicas personas que uno escoge en la vida son los amigos y la pareja".

Más allá de que estas palabras podrían haberme traumado de por vida y condenado bajo el rótulo de "no deseada" (aclaro que fui buscada, mi hermano vino de sorpresa), logré rescatar un sabio mensaje y retorcerlo hasta convertirlo una ley queluchezca.

Efectivamente, queluches amigos, somos nosotros mismos quienes decidimos convertir a éste o aquel en alguien significativo en nuestras vidas. Nadie me obliga a quererte y soy la única y legítima responsable de tenerte a mi lado.

Si no me haces feliz, amigo/a - novio/a...

¿Debo culparte por ello?
¿Tengo autoridad moral para reprocharte - aunque sea enmascarado en actitudes de desamor - que mi vida podría ser mejor?

Para contento y alivio de los más indecisos, las decisiones no son permanentes (al menos que te hagas una vasectomía) y puedo elegir y probar ser feliz cuantas veces lo desee. No obstante, atención queridos queluches: los picaflores no son opciones recomendables a futuro.

Queluches lectores:

La próxima ocasión en la que - recostados en la oscuridad - lloren por aquel que duerme a su lado o sale con ustedes los sábados por la noche, es una buena oportunidad para preguntarse:


¿Será que yo elijo no ser feliz?


lunes, 24 de septiembre de 2007

Mil veces NO DEBO... NO QUIERO?

Quiero hacerlo, pero… sin lugar a dudas, no debo!
Debo hacerlo, pero… no es lo que quiero!





Suplanten porciones de sus vidas en las oraciones arriba mencionadas y el hasta este momento trabalenguas improvisado comienza tomar sentido.



Bienvenidos queluches lectores a nuevo post de deberes y deseos… una mezcla más peligrosa que la sandía y el vino o casi tan explosiva como el Activia + ensalada de fruta + Yakult.





Una persona - a quien ya mencioné en artículos anteriores - solía decir con cierto aire filosófico, con esa intelectualidad algo barata que solemos desenvolver ante aquellos que admiran hasta el modo en que nos sonamos la nariz: “Yo no elijo que me guste el helado de limón… simplemente me gusta”.

Los invito queluches a cerrar los ojos (será un desafío hacerlo mientras leen) y visualizar aquellos momentos en sus cortas o ya experimentadas vidas en los que se hallaron atrapados en una encrucijada donde el deber ser y el deseo combatieron a muerte en campo de batalla. Aquel que resultara triunfador, se convertiría en causal y, por tanto, culpable de la decisión a tomar. Pronto surgirían frases tales como:

“Es lo que debía hacer, no quedaba otra”
o
“Fue un acto impulsivo, no lo pensé”




Me recuerdo estancada al piso, estática y completamente sumergida en mi queluche interno, observando la lucha desaforada entre mi “ello” y “súper yo”.



Me recuerdo evaluando posibles consecuencias e hipótesis que, sin importar que tan buenas armaduras ostentaran, se desmoronaban de a una ante la presencia del deseo.
No termino de comer…me duermo en el camino del plato a la boca. Mentiría si les relato el trayecto hacia mi cama; no lo recuerdo.



Maldita sea! Tanta ética, tanta moral inservibles al momento de iniciar la guerra.


Comienzo a decepcionarme de mí… me veo impulsiva, irracional. Nada me consuela; las palmadas en la espalda no curan el dolor de la derrota.
Comienzo a creer que la “razón” me abandonará progresivamente y viviré bajo el régimen del peor dictador, el deseo. ¿Dónde esta Montesquieu y su sistema de sistema de frenos y contrapesos cuando más lo necesito?



Comienzo a desesperarme… pronto entiendo que estoy sola en esta lucha. En ese preciso instante, suena el despertador. No crean que se trata de esos happy end hollywoodenses donde todo es un sueño... este ringgg es real, amigos queluches.
Son las 5.30 de la mañana y sólo quiero seguir durmiendo. Llueve y el cielo parece gritarme “quedate en casa” en cada trueno. Me levanto de todos modos.
Me siento el único ser humano despierto sobre la faz de la tierra y la almohada - traicionera como ella sola - me sugiere recostarme unos minutos más.




Luego del ritual cotidiano de intentar peinarme y parecerme medianamente a una persona decente, me despido de mis viejos sabiendo que los volveré a ver poco antes de las nueve de la noche. ¿Ya les dije que llovía?
Me fue imposible leer para esa materia… intenté hacerlo cuando volvía en el colectivo la noche anterior, pero cedí el asiento a una señora con una expresión de cansancio que asustaría al mismísimo colchón. Las fechas de parciales se superponen y los nervios comienzan bullir cual leche hervida. Los queluches rendimos cinco materias.
Y… llovía.
No desespereis queluche, aún quedan nueve horas de trabajo.

Regreso a mi hogar; tampoco tuve suerte hoy… viaje parada y me pisaron tantas veces que el nuevo estampado (by colectivo) de mis zapatitos (ex) blancos podrían confundirse con el último modelo de Converse.



Tengo sueño, estoy agotada; siento que con sólo parpadear será un nuevo día... ¿Así se sentirá “tocar fondo”?
Son las diez de la noche; la comida aún no esta lista. Intento ser hija, hermana, novia, nieta… a esta altura del día, los roles me sale demasiado mal.





Parpadeo, el despertador vuelve a sonar.
No quiero levantarme, pero me vuelvo a levantar.



Qué emoción! No soy un animal dotado de razón innecesariamente!
Pero... ¿Acaso esta guerra ganada justifica tantas luchas pérdidas?¿Son comparables los campos de batalla?



Bienvenidos queluches a la autojustificación.

Bendita tú eres!






jueves, 16 de agosto de 2007

Chau Fotolog. - Preparando el ambiente para cambiar de década -

El cambio de década puede resultar bastante traumático, sobre todo para aquellos que compramos el mismo celular que nos robaron por no poder acostumbrarnos a su ausencia.


Así es... los queluches tenemos esa extraña forma de comportarnos: de un día para el otro decidimos platinarnos pero somos incapaces de tirar aquella remera celeste que tan feliz nos hizo. 4 veces felices!


Nos escucharán decir - con una convicción casi inhumana - que "el cambio endulza la amargura de la cotidianeidad", pero puedo asegurarles, amigos míos, que usamos edulcorante. "Haz lo que digo, no lo que hago" diría una persona cuyo rostro comienzo a olvidar.


El señor "imprevisto" y todos sus allegados se han ganado un lugar privilegiado en nuestra lista negra. Casi sin darnos cuenta, creamos estructuras autocarcelarias y nos atamos a un guión de vida que aspira ser perfecto.
Siento decepcionarlos, queluches, pero la perfección es casi tan imposible como las 4 manos que alguna vez quise tener.


Habiendo superado esa aspiración utópica, comienzo a preguntarme qué me depararan mis 20 años. ¿Acaso aprenderé a abrir los sobrecitos de mayonesa sin ayuda? o, mejor aún, ¿Dejaré de ver "Cuidado bebé suelto" la quintuagésima novena vez que la repitan?


Debo reconocerles, queridos queluches, que esta ansiedad oxida mi estructura pero, extrañamente, comienza a atraerme la idea de
"que sea lo que tenga que ser".



9 de Septiembre, el cambio recién empieza ;)

ACTITUD QUELUCHE