Oiremos decir - con cierto aire de superación que no busca más que disfrazar la incapacidad de disfrutar una conmemoración simbólica al amor - "sólo se trata de un día comercial". Amores míos ( para continuar con el formato sentimentalista), desde luego es una maravillosa estrategia de venta que inunda de felicidad financiera a las ocasionalmente recordadas florerías... Contradecir esa afirmación es casi tan tonto como creer que con teñirnos el cabello, nuestros hijos nacerán rubios!
Abandonaré mi galanteria queluchezca y afinaré mi mentalidad comercial, quitaré todo lo mágico de lo mundano y formularé las siguientes inquietudes:
¿Acaso el día del Niño no alimenta los bolsillos capitalistas de las grandes jugueterías?
¿Después de todo, las facturerías - con sus huevos y roscas caseras - no aguardan con ansias algo alejadas de toda religiosidad la llegada de unas nuevas Pascuas?
¿Las librerías llenan sus vidrieras de las más variadas escarapelas por puro patriotismo?
Teniendo en cuenta que, progresivamente, lo económico se ha vuelto cimiento, que el deseo ardiente por obtener mayores ventas se contagia a cada fecha memorable como parásito en perrito sin vacuna de parvovirus...
¿Por qué, entonces, algunos determinan que San Valentín es un día comercial, cuando no declaran lo mismo con igual dureza ante fechas tales como el Día de Padre (cuando bien sabemos que comparten, en esencia, su ambición financiera)?
Daré respuesta a esta encrucijada:
El desamor hacia el día de los Enamorados y las justificaciones que - aunque lógicas y correctas - no son aplicadas a todos los casos ( porque olvidan comprar una flor a su novia, pero bien piensan en cambiar el televisor con la llegada del próximo Mundial)... emergen de los antiromanticones traumatizados de los cuales hablaba en la bienvenienda del presente post.
Tiemblan ante la llegada de fechas que ponen a prueba su capacidad de ingenio y creatividad ante los ojos de su amado/a y buscan la salida fácil, la ventana siempre abierta al fondo de la habitación. Un salto magistral les dará una nuevo año de changüin...
No obstante, estimados lectores queluches u aspirantes a ello, en este San Valentín, la ventanita salvadora ( en otras palabras, la resignación ante la frase "es un día comercial" ) estará cerrada bajo mil candados.
Posts atras hacíamos mención a la capacidad de "HMCS": Hallar lo Mágico en las Cosas Simples.
En esta próxima semana, inciten a sus parejas antiromanticonas a a cambiar la "S" por la "C" a dichas siglas:
"HMCC": "Hallar lo Mágico en las Cosas Comerciales".