Bienvenidos queridos queluches a un nuevo post de rosada esencia; representante de le femenidad es su más puro esplendor y abanderado de las más reprochables actitudes de una mujer que comienza a darse cuenta cómo gira en verdad el mundo sentimental.
Completamente al revés!
La soledad es una maldita amiga reflexiva que te obliga - de manera muy sutil – a iluminar abandonados recovecos de una personalidad que sólo se sabe en compañía. Sin lugar a dudas, el manual “Sobreviva a la soledad con dignidad” quitaría del podio a los grandes best sellers y se volvería libro de cabecera de un buen grupo de jóvenes desesperadas por no “meter la pata”.
Éste y otros tantos títulos no deberían faltar en tu biblioteca:
“Piénsalo mil veces antes de mandar ese mensaje”, “Señales de vida sólo al final de la semana”, “La relajada experiencia de pensar como ellos”, entre otros aclamados éxitos.
Desde luego – si han dudado de mi astucia – anticipo que no haré confesiones respecto a mi comportamiento de quinceañera, ni aún las estrategias ingeniosamente desarrolladas para salirme con las mías.
He decidido dejar de ser un desventurado Coyote para transformarme en un esbelto y tierno Correcaminos. Bip Bip!
Me despido sin nostalgia de los planteos que tanto me han hecho trasnochar y encaro esta cuasi nueva vida - sin reencarnación de por medio - con más curiosidad que miedo. Arrojada a lo impredecible sin redes "planeadas" que aseguren un aterrizaje medianamente seguro.
¿Será éste un nuevo paso para la humanidad femenina queluchiana o, por lo contrario, una regresión disfrazada de superación?
Quizás si...
Quizás no...
Pensarlo demasiado sería una gran contradicción al título de este post.