Bienvenidos queridos queluches a un nuevo post cuyo punto de partida sienta bases en el reconocimiento, su recorrido, en planes de acción ingeniosamente premeditados y su final... bueno, parece desvanecerse ante la popular y diariamente adulada "panchidez" o "pachorra".
Nuestra credibilidad comienza a resquebrajarse luego de prometer por decimotercera vez que taparemos la pasta dentífrica, que nos pondremos bloqueador solar cuando el sol derrite los corazones fríos y erradicaremos la mayonesa de nuestra dieta cotidiana. Y no es que los queluches seamos entes mecánicamente programados para nacer, alimentarnos, dormir, reproducirnos y morir
... somos, lisa y llanamente...
- PACHORRAS -
Nuestro placar podría representar un pueblo devastado y la ropa, indefensa, se esconde en los rincones esperando no ser hallada por el enemigo; el color del agua del florero comienza a hacer juego con las hojas de una flor ya marchita; el cesto añora perder unos kilos y verse bonito para una nueva bolsa.
¿Acaso los peluches - pobladores eternos de los campos de mi cama- osan escapar de la revoleada de cada noche? Fuerzas malgastadas, pequeños fugitivos de infinita ternura!
(de izquierda a derecha: no me acuerdo el nombre - Bugxxx - Corneta - Perro Rojo Stalin - Aito - Federico - Pluto, que ya venía con nombre - otro sin nombre y, por último, se asoma ChopSui)
No crean, simpáticos lectores, que festejamos esta compulsiva tendencia hacia el desorden. De hecho, sufrimos ante la inconsistencia de nuestros "prometo" y sabemos, muy concientemente, que los "mañana lo hago" pueden expandirse cual incendio en fábrica de pirotecnia.
Bienvenidos, queridos queluches, a las promesas inconclusas, sólo que éstas no son tan admiradas como la sinfonía de Franz Schubert.