miércoles, 5 de enero de 2011

Así de simple

Desde que tengo uso de razón, he defendido dos grandes ideales grabados a fuego en la bandera de mi infinita ternura:

  • En primer lugar, nunca más permitiría que me corten el pelo como Mafalda. Es aceptable si sos una caricatura regordeta e iracunda con visiones revolucionarias que poco se interesa en asuntos superficiales del tipo “ese corte de pelo te hace cara de paty”. Pero definitivamente es una invitación free pass a la exclusión social si sos un púber en pleno desarrollo de tu identidad.

  • En segundo lugar, no olvidar jamás que los sentimientos son SIMPLES.

Los sentimientos son de generación inevitable pero reacción controlable. Desde luego, la efectividad en ese “control” podrá verse afectada por un número considerable de variables:

  • El grado de concentración alcohólica que corra por las venas:
    Un par de tequilas alborotan de pies a cabeza toda dimensión conductual incentivando al borrachín, carente de filtros, a decir sin pudor cuanta guarangada venga a su cabeza. Aquello que evitaste confesar bajo la premisa de “todavía me quiero un poquito como para continuar arrastrándome cual trapo mugriento con aroma a perro mojado en un callejón abandonado”, por arte de magia, se desprende furiosamente de tus labios entre balbuceos, letras arrastradas y ojitos a medio abrir.
    ¡Salud, muchachos!

  • Esa sensación extrema que recorre cada gramo de tu existencia pidiendo a gritos que hables ahora o calles para siempre. Algo así como estar inmovilizado a centímetros del andén mientras un tren de alta velocidad se lleva tu corazón sin saberlo. ¡Momento, eso es mío!.
    Privarse de decir cosas, sea cual fuere la razón, es similar a un pellizco punzante en el rollito más carnoso; es respirar en profundidad y aún así sentirse tan ahogado. La cuenta regresiva de esta “bomba interior” + “tren que se va” incentiva maliciosamente a soltar de una vez por todas tanto sentimiento reprimido bajo la falsa promesa de calma post tormenta.
    Tic tac tic tac (efecto sonoro de bomba activada con un despertador adherido)

  • "Por las noches la soledad desespera", canta la Bersuit mientras muevo el pie al ritmo de una canción que espero no se torne autobiográfica.
    El reencuentro con uno mismo es siempre productivo al menos que seas un asesino serial, lo cual implicaría una introspección algo suicida. Pero la soledad elevada a la máxima potencia en aquellos cansados de su compañía - ¡valga la contradicción! - es un piquete a la razón*.
*Premisa no aplicable a los corazones fríos

Una vez repasados algunos de los tantos mecanismos que atentan descaradamente contra el control eficaz de sentimientos, retomamos la explicación inicial.

Identificar lo que se siente es sencillo, tanto como determinar si te gusta o no te gusta el helado de limón. Complejo es entender el porqué de ese sentimiento (y aquí la razón por la cual los psicólogos siempre tendrán trabajo). Asimismo, explicarlo con las palabras justas cuando alguien indaga al respecto y no recaer en un trabalenguas mortal en donde acabas por decir “te odio” en lugar de “te quiero” no es tarea fácil.

- Chico x: ¿Te gusta el helado de limón?
- Chica x: sí, obvio
- Chico x: ¿Y por qué?
- Chica x: ehhh bueno, sí... claro, pasa que es frutal, ácido y... amarillo. Me gusta el amarillo; Píkachu era mi Pokemon favorito (?). ¡Me gusta y punto!


En mi maravilloso mundo utópico, cuando los sentimientos adquieren la fuerza necesaria dan lugar a un panorama limpio de dudas. En este cielo despejado, los miedos y fantasmas - aunque inquilinos permanentes y quejosos - pierden voz y voto.

Empiezo a creer con mayor convicción que cuando todo se complejiza, invaden las preguntas y cada acción se razona y repasa haciendo un mundo de ello, se pone en evidencia la debilidad de las pasiones involucradas.

Los sentimientos no se piensan.
Así de simple, vio.



7 comentarios:

  1. La parte 2 de este post sería qué hacer (o cómo manejarse) cuando todo se complejiza, no?
    Porque la otra parte suena MUUUUUYY sencilla.

    ResponderEliminar
  2. jajaja y... ahí pagate el psicólogo, Sturla! jaj Sí supiera, vendo la fórmula y me hago multimillonaria!

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno Tefi, sobre todo la parte de "...trapo mugriento con aroma a perro mojado...", hasta puse cara de asco mientras la leía.

    ResponderEliminar
  4. Pezzzzzzzzzzzzz! Tan claro como el agua en donde habitualmente a esta altura boyamoss (?)...

    ResponderEliminar
  5. muy bueno!
    Te habia prometo que lo iba a leer hace varias semanas jaja. Mis promesas se cumplen. Tarde, pero se cumplen.

    ResponderEliminar

Dejá tu comentario. ¡No es necesario estar registrado!